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UNA HISTORIA DE SALVACIÓN .


MARÍA, LA OYENTE DE LA PALABRA

"María es la Virgen oyente, que acoge con fe la Palabra de Dios" (Marialis Cultus 17).
- En María, imagen de la Iglesia, la Palabra encuentra acogida. No vuelve a Dios vacía (cf. Is 55,11).
- María mantiene un diálogo íntimo con la Palabra que se le ha dado. "María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón" (Lc 2,19).
- María deja que la Palabra ocupe todo su espacio interior. Desde el corazón la Palabra unifica toda su persona.
- La Palabra se hace carne en la tierra de una mujer, de una madre. La Palabra se convierte en su palabra, ofrecida gratuitamente al mundo.
- María no exige la comprensión inmediata de la Palabra, porque eso es cerrar el camino a Dios (cf. Lc 2,50).


¿CÓMO SER OYENTES HOY?


Mirando a Jesús, que es "Camino, Verdad y Vida" y tiene palabras de vida de vida eterna .

*Viviendo de acuerdo con lo que oímos: "El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre sensato que ha construido su casa sobre roca" (Mt 7, 24).

* Abriendo los oídos al momento histórico que nos toca vivir, a los signos de los tiempos, para escuchar "los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres" (Gaudium et Spes, 1) y poder ofrecer desde ahí un relato de salvación.

* Reuniéndonos en comunidad para escuchar juntos la Palabra de Dios (Sacrosanctum Concilium 35.106) y poder después proclamarla.

"Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos" (1Jn 1,3).


Escucha la Palabra

"El le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá, esto es: Ábrete. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad" (Mc 7,36-37).

- No mueras de sed al borde de la fuente.
- Dile a Jesús que te abra el oído, para que puedas comprender el amor de Dios que llega para todos.


*La dicha de los oyentes

Dichosos vosotros si esperáis en silencio la llegada de la Palabra. Ella os renovará día tras día.
Dichosos vosotros si dialogáis en el corazón con la Palabra. Ella hará nacer en vosotros el amor a Jesús.
Dichosos vosotros si escucháis juntos la Palabra. Ella os convertirá en pueblo que proclama las maravillas de Dios.
Dichosos vosotros si guardáis la Palabra en el corazón. Ella os enseñará a orar.
Como orantes tenemos una actitud de agradecimiento a Dios. "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo ". Estas palabras de la Carta a los Efesios revelan el eterno designio de Dios Padre, su plan de salvación del hombre en Cristo. En un plan universal, que comprende a todos los hombres creados a imagen y semejanza de Dios. Todos, así como están incluidos " al comienzo " de la obra creedora de Dios, también están incluidos eternamente en el plan divino de la salvación, que se debe revelar completamente, en la " plenitud de los tiempos ", con la venida de Cristo. En efecto, Dios, que es " Padre de nuestro Señor Jesucristo, -son las palabras sucesivas de la misma Carta - " nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia ".


* llamados a vivir la Historia de Salvación".


"Todos estamos inmersos en el plan divino de la salvación, que nos ha sido revelado plenamente con la venida de Cristo, es eterno. Está también -según la enseñanza contenida en aquella Carta y en otras Cartas paulinas -eternamente unido a Cristo. Abarca a todos los hombres, pero reserva un lugar particular a la " mujer " que es la Madre de aquel, el cual el Padre ha confiado la obra de la salvación. Como escribe el Concilio Vaticano II, " ella misma es insinuada proféticamente en la promesa dada a nuestros primeros padres caídos en pecado ", según el libro del Génesis. " Así también, ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo cuyo nombre será Emmanuel ", según las palabras de Isaías. De este modo el Antiguo Testamento prepara aquella " plenitud de los tiempos ", en que Dios " envió a su Hijo, nacido de mujer... para que recibiéramos la filiación adoptiva ". La venida del Hijo de Dios al mundo es el acontecimiento narrado en los primeros capítulos de los Evangelios según Lucas y Mateo.